Volar
Página cinco, día ocho. Cielo lila, dolor punzante. Tensión alta, dolor de pierna insoportable, meloxicam, gritos exagerados en casa ajena. Desperezarse y llorar internamente. Dolor invisible y silencioso, carita triste, recuerdos ajenos a mí pero de imaginación creadora: de un cuarto rojo, pieles de madrugada, Tokyo, sushi, palitos chinos, fotografías instantáneas, gemidos y mucho amor. Canciones rotas y enamoramiento paulatino, salas de avión, Guadalajara, dinero, cámaras, Bogotá, tobogán andaluz y seven eleven, Monterrey y películas con proyector. Por aquí, un verde pastel, un lila y un vinotinto seguro de terciopelo. Un alma rasgada y bolsas de basura, todas repletas de sentimientos que ya no me arden, cigarros quemados y una paz interior incomparable. Ya no soy quien engaña o pretende y luego raya las paredes con maquillaje o marcador rojo. Ahora soy quien toma las tijeras y corta el copete, el cabello, quien gasta la materia con lo que le antoja, en su tiem...